Tu estabas en aquella esquina, mis ojos fueros directos a ti, el flechazo fue inmediato...sabía que lo nuestro estaba condenado a ser una preciosa historia.
No dudé ni un minuto en invitarte a mi casa...y accediste.
Te subí en brazos las interminables escaleras de mi piso, pero no me importó, el amor que me embargaba, me impedía procesar el dolor, todo era maravilloso...
Tras unas caricias decidí pasar a la acción, te sujeté con fuerza, era el momento...quizás pudiese haber esperado un tiempo...pero no podía resistir ni un minutos mas...tu aroma, tu fragancia... inundaba la habitación... sensual, provocativa...
Y lo hicimos... y devorándote, y saboreándote...me perdí en un universo de placer pocas veces alcanzado.
Así que continué hundiéndote el cuchillo...
En tus primerizas y tiernas carnes se deslizaba ansioso cortando las deliciosa vetas de ti...
Tu te ofrecías, aún conociendo tu destino, y yo no era capaz de estar un día sin probarte, sin disfrutar de tu sabor...
Pero hoy...hoy se acabó el amor...solo quedan huesos...la otrora tierna carne, ahora ya seca, solo espera el momento en que sea hervida y separada del hueso, para ser, en un postrer intento nuevo placer para mi...
Adiós.
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