Amanece entre tinieblas, por un momento parece que la mañana se va a torcer, pero mi intención y las ganas son las de salir a rodar, así que: Al ruedo!!!
Remonto el Llobregat, pocos ciclistas, muy pocos, supongo que el amanecer habrá frenado a más de uno.
Paso rápido por el congost donde ya me encuentro algún pedalista más que antes, es en las carpas, camino de Olesa, donde puedo ir en compañía...aunque tampoco es que me sirva para mucho, son gente de ir a rueda...así que tiro para delante.
En Olesa parece que llueve, por un momento reseteo ruta, me arriesgo a continuar, el asfalto en algún pequeño tramo ya se muestra ligeramente húmedo, no me amedrento y sigo hacía Collbato.
Inicio de la primera subida de la jornada, la más contundente ya que la prolongaré dirección al Bruc para alcanzar Can Masana. Las vistas de la Montaña de Montserrat entre tinieblas son espectaculares.
Se me acopla un curioso personaje, extranjero, centroeuropeo, sin mediar palabra salvo un cortes saludo cruzamos el Bruc y afrontamos la parte final de la larga subida...saco a relucir las dotes escaladoras de los españoles y en cada rampita le veo sufrir...y el se resarce en los tramos llanos. En estas nos plantamos en la cima, yo tiro para Marganel, el tipo raro para Montserrat.
Rápida bajada en la que ya brilla el sol, la montaña de Montserrat hace de parapeto y frena las nubes bajas que vienen del mar.
Paso Marganel y giro hacia San Cristofol, subiré por este bonito atajo a Monistrol. En la bajada a Monistrol si que aparecen numerosos ciclistas a los que animo.
En Monistrol giro hacia Castelvell para tomar la carretera que me lleva a Vacarisas, plácida subida en que me dedico a recuperar, y en disfrutar de la escasez de vehículos, hasta entrar en el pueblo solo me pasa un coche.
Tomo la vía rápida que me lleva a Tarrasa para ascender los Cuatro, aquí decido que ruta de regreso tomar a tenor del viento y las fuerzas. Decido subir Olorde, así que bajo por Castelbisbal para llegar a Molins y aquí iniciar la subida a Olorde.
Subida a buen ritmo hasta que me alcanzan antes del segundo kilómetro un par de ciclistas que marcan un ritmo ya exigente. Llevo a estas alturas mas de 130kms y la creu se nota, pero mi condición es buena, así que aguanto bien su velocidad, incluso uno de los dos cede al paso por una de las rampas del kilómetro 3. Ya solo somos dos y así acabamos, ya solo me queda descender a Hospitalet, satisfecho de una buena ruta, con kilómetros y desnivel (para lo que hay por aquí).
