El grado de estulticia de la prensa es infinito, hay que llenar los medios y justificar sueldo...y subvenciones.
Pero vamos a lo nuestro...
Si hoy he tenido que sacar la pelliza del armario. ¿Era necesaria?...pues mira, no del todo, era más lo que aparentaba que iba a hacer que lo que realmente ha hecho.
Sábado en la buena compañía del amigo Miguel, sin madrugar, no en horario profesional pero casi. Nos juntamos en los taxis del aeropuerto para realizar la ruta clásica junto a el de Molanta y Begas.
En costas nos pasa un pelotón enorme de ciclistas pobresionales, encendidos los tíos, ni uno ha saludado...yo ya pensaba que había premio en Sitges pero no, les han dado lo mismo que a mi.
Miguel aún se ha animado a seguir con el grupo tras coronar la Maladona, yo he optado por aminorar marcha, este pelotón bajando tiene mucho mucho peligro...y así me lo confirma luego Miguel.
La nota sorpresiva se produce cuando poco antes de llegar a Sitges me reconoce un ciclista que resulta ser un chaval que a principios de los años noventa acudía a la zona del Hotel Juan Carlos I acompañado de su padre y que se unía a nuestra grupeta de aquellos años en el que era nuestro puento de encuentro por las tardes. Un grato encuentro que se suma al de esta pasada madrugada con Ángel mi amigo de Molins.
Proseguimos de manera muy sosegada y buscando esquivar el viento de norte en la manera más efectiva posible. La tertulia es muy amena y casi sin sentir llegamos a Molanta donde repostamos.
Con Miguel el retorno varía. Dejamos el Ordal y tomamos ruta por Begas, hoy un tramo que no ha registrado mucho tráfico, algo que se agradece.
Venciendo al frío y regateando al viento nos plantamos en el descenso, que realizamos con igual premura. En pie de puerto cada uno toma ruta diferente, me queda un rato de viento hasta llegar a Hospitalet después de disfrutar de una muy bonita mañana.
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