Tras el enfado inicial, intenté obrar de la manera más racional, y opté por denunciar ante la guardia urbana de Hospitalet el robo del que fui objeto...sé que alguno piensa que esta acción está de más y que la policía poco va a hacer para recuperar mi bicicleta...efectivamente poco puede hacer la policía, tampoco se puede pretender que realicen un despliegue inmenso para encontrar mi montura, pero mi opción fue poner la denuncia.
Y así pasó el tiempo, siempre tuve la sensación de que la volvería a ver, no sé muy bien por que, pero lo cierto es que nunca me abandonó ese pálpito...lo razonable y lógico era pensar que nunca más la iba a ver, pero esa sensación estaba siempre presente. Por más que mi cerebro indicase lo contrario.
Pero a veces ocurren cosas que se nos escapan al entendimiento...este pasado jueves, mientras esperaba junto a David a que María acabase su clase de Ballet, cuando ante mis narices aparece mi bici. Como de un acto reflejo salgo a por la bici, hago detenerse al paquistaní que la lleva que va y me dice que es de el...pero al parar y verme la cara de cabreo y que ya estoy con el móvil en la mano para llamar a la policía empieza a lanzar toda clase de excusas...que si se la compro a un moro (sic), que si la compró en la calle, que si la compró hace un año...la cuestión es que ni cedo, ni voy a ceder, llamo a la guardia urbana, mientras el paquistaní se va yo me quedo con mi bici...
Llegados los urbanos comienza el proceso burocrático de retirar la denuncia, la llevan al depósito de vehículos de Hospitalet y esta mañana la he recuperado y ya la tengo conmigo en casa...justo 7 meses después.
Una vez en casa la he repasado y acondicionado y luce de nuevo con todo su esplendor.
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