Habrá nueva ocasión para redimirse de esta falta, y seguro que llegaremos igual de bien que ahora...o mejor.
Desde luego que la ilusión de acudir a la marcha de casa, de mi tierra, era (es) un aliciente enorme, rodar por mis solitarias carreteras, en compañía de cientos de camaradas es algo que, cuando lo he podido cumplir, me emociona...aún se me eriza el vello recordando mi participación en Degollaos, allá hace 15 años.
Pero pasaré a transformar esta decepción en nueva ilusión y reto, objetivos y rutas para este verano en el que intentaré animar a algún camarada a su bautismo en Tierra Santa.
Mientras, esta tarde, otra vez entre nubes, ruta corta junto al Doctor X.
Collserola ha sido nuestro territorio, la Creu y el Tibidabo las ascensiones de la jornada, no por muy conocidas, menos atractivas.
El punto negativo, algo habitual, el "pobresional" de turno. Tanto cuesta devolver un saludo, tanto cuesta no mirar por encima del hombro...pues mira, dejarme, no me has dejado...ni me dejarías...
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