Por tanto tras llegar al pie de costas, continuo camino de Sitges. Carretera de las costas casi desierta...¿quién lo iba a decir?
Una vez vencida esta primera dificultad, escucho a mis piernas, que siguen animadas, así que encaro vía hacia Cañellas para disfrutar de la vía de servicio más magnífica que existe.
En Molanta paso por la panadería para asegurarme que Sergio no está ahí, reposto agua y sigo ruta hacía el Ordal.
Buena subida que realizo en compañía de un individuo extraño al que los auriculares parece ser que le impiden relacionarse más allá de buscar dejarme de rueda...pero ha pinchado hueso y mis piernas han estado al quite haciéndole sufrir de lo lindo al coronar el Ordal.
Ya lo que falta es el descenso y la samson, el paseo recuperador camino de Hospitalet.
En resumen, he acabado realizando la ruta invernal, pero con calor y bochorno...
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