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domingo, 2 de abril de 2017

RECORTES

El recorte, y no me refiero al taurino, (ya que mentar el noble arte de la tauromaquia me puede traer indeseadas enemistades), es práctica habitual en el mundo ciclístico, pocos, por no decir ninguno, han sido los ciclistas que en algún momento no han sido esclavos de semejante práctica.
Hoy la Grupeta se ha visto afectada por un recorte masivo, cierto que comprensible, pues todos tenían razones justificadas para realizar semejante tropelía, solo la élite que encarnamos el abuelo Poci y yo nos hemos podido dar el lujo de completar una magnífica matinal en bicicleta.
En las piscinas, Mariano, Alberto Hipster, Javi, Roberto, Poci, Alberto (tras mucho tiempo) y yo. En las instalaciones del FCB nos aguarda David y Fran que se incorpora a última hora.
Ruta en que encaramos el Ordal, ya sin Alberto que es el primero en hacer un recto, y con la numerosa compañía de la grupeta de Martorel, algo que produce el salto de las avispillas y el aumento de la velocidad...excesivo aumento. Aguantando hasta donde he podido, soportando unas piernas frías en la gélida matinal de esta primera ruta de abril, me he divertido al rodar con tanto ciclista a la vez.
En el Ordal reagrupamos y ya en el descenso se nos desgrana otra vez la grupeta, Mariano y Javi vuelven por Aviñonet.
El resto nos regalamos un buen café en Molanta.
En San Sadurni, David, Roberto y Fran nos dejan al Poci y a mi en dúo...
El camino, que he diseñado a vuela pluma, para la vuelta es ruta que hace mucho que no pedaleamos. En San Sadurni encaramos hacia San Pedro de riudebitlles para proseguir a San Quintín de Mediona, plácida subida sin dejar en ningún momento la alegre y divertida charla junto al abuelo. Descenso a Capelladas y ya terreno favorable hasta Gelida, donde el repecho de acceso al pueblo es la única dificultad que queda ya hasta Hospitalet, en un tramo en que por fin podemos disfrutar de algo de viento favorable en nuestro recorrido en paralelo al Llobregat.
Concluimos así una bonita mañana de ciclismo en que seguro que alguno de los recortadores habría disfrutado tanto como hemos disfrutado el abuelo Poci y yo.















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