Siempre es duro el regreso, sobretodo dejar la bendita tierra de Teruel, mi casa, Castel de Cabra...pero la economía manda, así que tocan meses de recoger cual hormiga, pero no para pasar el invierno como en la fábula junto a la cigarra, si no que el delicioso verano turolense.
Pero este año se une, a este habitual desasosiego, las turbias noticias que hay en esta parte de España, el separatismo juega su repugnantes cartas, intimidando al que no es de su asqueroso pensamiento...pero aquí estamos y aquí resistiremos, sobretodo si esta resistencia les jode.
En lo ciclístico el regreso es fabuloso, rodar con la inigualable compañía de Mariano y del abuelo Poci es una bendición. Ruta suave, en una mañana en que con llegar secos a casa ya podíamos darnos por satisfechos, por la zona del penedes a un ritmo suave y pausado, algo que mis kilos de más han agradecido.
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