Parece que fue ayer y ya llevamos un año con restricciones. Todos al principio entendimos la gravedad de la situación excepto quienes imponían las medidas que llevaban semanas hablando de gripes y abrazos. Pasado un año y pese a la aparición de las vacunas, no hemos avanzado tanto, seguimos con restricciones y con el discurso de siempre: los ciudadanos somos unos irresponsables que no cumplimos lo que nuestros magníficos próceres políticos nos indican.
Todo se resume en que los políticos (en esto no hay bandos) son muy buenos y los ciudadanos somos muy malos, unos irresponsables que nos merecemos todas las restricciones que nos aplican porque no se nos puede dejar solos. Todas las medidas han sido acertadas, solo hemos fallado los ciudadanos. No importa que unas medidas se hayan contradicho con otras, no importa que lo que un día era blanco al siguiente fuera negro, no importa el ir como pollo sin cabeza, la culpa siempre ha sido de la gente. Y el gran éxito de la política y sus medios ha sido conseguir que entre la mayoría de nosotros haya cuajado ese discurso.
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