Y llegó el gran día…
Casi un año de meticulosa preparación e insistencia a cargo del pluscuamperfecto sherpa Fco José y por fin ya estábamos en ello.
Soleada mañana en la que el póker de valientes integrado por Fco José, Angelito, el Largo y un servidor, encarábamos ruta hacía la sabida dureza que nos aguardaba…pero nuestros pronósticos quedaban cortos.
Inicio calcado al del anterior día, así que traviesas para arriba, la Mezquetilla y ascenso por el Acebal, ya marcando el tono de lo que nos espera, piedras y arena, bicis sin tracción alguna y…caminar…y caminar…y caminar.
Ya el descenso a La Cañadilla, tras paso por la cruz de los helados, nos lleva por una divertida pista que nos deja a punto de iniciar el tramo terrorífico que nos aguarda hasta Montoro… Aunque el consuelo es grande, las vistas, los paisajes que nos acompañan son de excepción, una maravilla que mitiga el padecer en las rotas pistas por las que circulamos.
Incluso la fauna invita a olvidar la dureza, gráciles corzos nos acompañan en algún tramo antes de iniciar el descenso a Montoro…o el descenso a los infiernos.
Empinadísima bajada que con un vergonzoso estado hace que tengamos que bajar a pie si no queremos tener un percance que nos amargue la mañana…pero la caminata vale la pena. Montoro es un bello pueblecico con unas vistas magníficas.
El regreso, vista la hora y las opciones que nos quedan, se realiza por carretera, ruta de Degollados hasta Ejulve y por la Zoma a casa. Un camino que he realizado cientos de veces con mi flaca y que hoy he disfrutado con una velocidad más relajada y un esfuerzo muy mesurado. Al llegar solo nos queda felicitar al Sherpa por insistir en realizar esta ruta, realmente ha sido preciosa…y seguro que nos acordamos de ella mucho tiempo…
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