El otrora día del trabajo, aunque yo siempre he preferido denominarlo del trabajador, hace tiempo que ha caído en una absoluta y total burrocratización...y es que cuando un servidor vio que en las manifestaciones abundaban más los que nunca habían trabajado, o en muchos casos que no habían dado un palo al agua, me empecé a alarmar...pero finalmente esta especie se adueñó de la fiesta del trabajo, y no solo eso, incluso pontificó quien era buen y mal trabajador...en fin, que mejor compartir el día con la familia y los amigos que acompañado de una panda de rufianes a los que cuando pude necesitar giraron de manera total y absoluta la espalda...así que ahora no me busquen que me he borrado de semejante ralea.
Así que hoy planazo, pedaleando con la Grupeta y luego tarde con la familia.
En las piscinas de Hospitalet nos reunimos Alberto, Roberto, Miguel, Poci y yo, sorpresiva presencia de los dos primeros amigos y ausencia del amigo Mariano en funciones de padrazo Rodríguez.
Ruta que diseñamos ya el viernes con el ausente presidente y que nos ha de llevar por Tarrasa a las Estenallas, para proseguir por la V y regresar por San Lorenzo Saval.
Matinal fresca, sin llegar al extremo del sábado pero esperando que la calor venga a visitarnos.
Por la concurrida carretera de Rubi llegamos a Tarrasa sin abandonar la amigable tertulia ciclística que hoy disfrutamos también.
En Tarrasa comienza la real ascensión a las Estenallas, interminable ascenso por la ronda hasta alcanzar la carretera de Matadepera e iniciar las Estenallas propiamente dichas.
Buena subida con inicio pausados y agrupados, aunque absorbiendo uno tras otro cuanta grupeta ciclista se nos presenta ante nosotros. En la parte final un atrevido Miguel se lanza a por la cima y disgregando la armoniosa subida a la que se nos habían añadido unos cuantos ciclistas. Los dos coronamos y esperamos a los amigos a fin de despedir a Roberto y Alberto que emprenden regreso a Hospitalet.
Miguel, Poci y yo continuamos hacia la V. Nos acompañan en el descenso unas vistas preciosas del prepirineo nevado.
Tras la V suave descenso hacia Saval donde avituallaremos, pueblo abarrotado absolutamente de ciclistas, aunque nosotros buscamos la intimidad de un llenísimo casino.
Vuelta a la ruta dirección Tarrasa, el sol empieza a paliar los efectos del fresco matinal aunque de manera más tímida de lo apetecible.
En este tramo replanteamos el retorno a la vista del viento frontal que nos golpea, decido mostrar una desconocida ruta para mis dos compinches, la que lleva al Tibidabo por la Floresta, entre rampones y tramos cementados. Ambos acaban satisfechos, ya solo nos falta sortear el abundante tráfico dominguero de Valvidriera para alcanzar la muy noble y fiel ciudad de Hospitalet.
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