Época de invierno, época de resfriados, si a esto sumamos la de por si abundante secreción nasal que suele provocar el montar en bici tenemos que nos hallamos ante un mar de mocos. Siempre llevo conmigo un pañuelo, versión tela o versión papel, llamadme egoísta pero no me gusta compartir mis mocos, son míos. Por contra lo habitual en el mundo ciclista es la generosidad abundante y muchos deciden compartir con todo aquel que le rodea su mucosidad. Esta claro que llevar una bici de más de un millón de pesetas es incompatible con sonarse los mocos con un pañuelo, sin duda alguna el pañuelo implica una pérdida de vatios y aerodinamismo que lastran a cualquiera.
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