Tras la intensa y pedalística ruta del sábado toca purgar los pecados en domingo.
Buena, buenísima grupeta en la plaza Mayor; Ángel, Edu, Rubén, Adrían (un placer rodar con él, ya que nunca había disfrutado de su compañía pedalística) y yo. En el retorno se nos va a unir Iván.
El recorrido es muy atractivo...comenzamos subiendo por Pinaroto, una pista que se presenta en bastante mejor estado que el pasado ejercicio, dura pero larga subida para buscar el descenso por el Acebal...primer pie a tierra en un descenso donde piedras como puños me hacen recapacitar y recordar lo poco diestro que soy en esto de la BTT...hasta andando he sufrido...el resto bajan como quieren.
Ahora toca un rato de asfalto...aquí si que ya no lo tienen fácil para dejarme, ¿cómo pueden bajar tan deprisa entre piedras y saltos y en esta “autopista” no seguir mi rueda??? No lo sé, porque cuando tomamos la pista a Cañizar por la fuente del caño me vuelven a decir adiós...
Abortamos café en Cañizar y lo decidimos tomar en La Torre. Reconocemos parte de la ruta que nos llevará por estas rutas en la Marcha de Cañizar pero en el desvío de la Ermita de san Juan tomamos dirección la Virgen de Oto para descender a la Torre. Son fiestas en la Torre...y en el bar también, así que no hay café, solo agua de la fuente. Aunque alguno expresa su queja por la temperatura del líquido elemento, no puedo evitar lanzar una carcajada, recordando, la temperatura del agua que he de beber en mis rutas por Hospitalet.
Y en el retorno, llegó la venganza...me llevan por el camino del molino de la Torre...y llamar camino a la senda por la que vamos es algo muy osado, un par de palmos entre ortigas y zarzas durante un trecho que se me hace eterno...por supuesto que lo realizo andando, en este nuevo deporte que es el trekking bike (lo pongo en inglés que da más caché).
Mis improperios aún resuenan en la vaguada... Tras el infierno remontamos hasta la carretera en una bonita pista bastante elevada...para concluir jornada en la compañía de un suculento plato de Jamón de Teruel (el mejor del mundo, claro está) cortesía de Rubén.
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